Fueron un boom hace un par de años, y pronto pasaron a formar parte del arsenal de todo amante de la cosmética y la belleza que se precie. Limpieza y exfoliación rápidas y efectivas: ese es su sello.

Esta clase de cepillos supusieron un salto cualitativo en lo relativo a la limpieza facial, ya que según aseguran los fabricantes funcionan hasta 5 veces mejor que una limpieza manual, eliminando más restos de suciedad, grasa, células muertas y maquillaje en menos tiempo.

En teoría, un único minuto es suficiente para conseguir que los productos penetren mejor en la piel y eliminen más impurezas. Se aplica un gel o una leche desmaquillante y se distribuye por el rostro por medio del cepillo con ligeros movimientos circulares siguiendo la siguiente fórmula: 20 segundos en la frente, 10 en la nariz, 10 en la barbilla, y diez en cada mejilla.

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Sus beneficios, resumidos a grandes rasgos (además de la limpieza en sí) son: favorecer la absorción de los productos (tanto del que se usa con el propio cepillo como de cualquier otra crema o tratamiento que nos apliquemos después), mejorar el aspecto de la piel al activar la microcirculación de forma que queda más luminosa, reducir el tamaño de los poros y disimular el aspecto de las arrugas (el masaje estimula la producción de colágeno).

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Aunque haya quienes señalen que pueden exfoliar en exceso, si se utilizan correctamente y el tiempo indicado, no deberían dar problemas. De hecho, muchos modelos vienen con un temporizador incluido para que sepamos cuándo debemos apagarlos (y algunos de hecho se apagan solos) o incluso cuándo debemos de cambiar de zona del rostro. Lo que sí debemos evitar es usarlos con productos exfoliantes, que pueden abrasar demasiado la piel.

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Los diferentes modelos que encontramos en el mercado constituyen una gama relativamente amplia que puede adaptarse a las necesidades de cada rostro: cabezales indicados para pieles sensibles o con tendencia acneica, con cerdas más suaves o más gruesas como las pensadas para varones después del afeitado, que rotan o vibran (lo que se llama tecnología sónica) o mezclan ambos movimientos, de tamaño adecuado para viaje, a pilas o con batería…

Lo más importante a la hora de comprar uno es asegurarnos de encontrar el que más se ajuste a nuestro tipo de piel. Además, el rango de precios varía bastante, por lo que hay un modelo adecuado para cada bolsillo y, aunque supongan una inversión, son muy duraderos y los cabezales pueden renovarse cuando se necesite (eso sí, deben de ser únicos e intransferibles).

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Los cepillos de limpieza facial hacen más y mejor en menos tiempo, y aportan toda una serie de beneficios a nuestro rostro e incluso potencian los efectos de otros productos, completando nuestra rutina de belleza. Así que si aún no tienes uno, ¿a qué esperas para descubrirlos?